viernes, 12 de octubre de 2012

Contruyendo vejez

Para nadie es un secreto en la actualidad que existe una notoria discriminación social hacia las personas de la tercera edad. Dicha  discriminación es infundida desde la misma niñez, y es causada por la sociedad a través de diversas instituciones, siendo las principales la familia y el colegio. Como consecuencias de estos prejuicios, son apartados y excluidos los adultos mayores a hogares geriátricos, asilos, hogares de caridad, y los pocos casos que convivan con la familia, son apartados a la habitación más lejana, en donde no puedan molestar ni incomodar a nadie. 

¿Pero que tan cierto son los mitos creados respecto al envejecimiento?


EL ENVEJECIMIENTO

A partir de las dos últimas etapas de la vida, el deterioro físico no solo es patente sino que todos tomamos cabal conciencia del evento. Un ejemplo: la agudeza visual se reduce y la adaptación a los cambios de luz se enlentece, lo que da como resultado un mayor número de accidentes, sobre todo al pasar de una zona iluminada a otra más oscura. Pero no solamente esto, la fuerza muscular declina y disminuyen también las habilidades perceptivas, el tiempo de reacción es más lento. De ahí la necesidad de tener cada vez más en cuenta estos factores para diseñar ambientes arquitectónicos adecuados para prever estos accidentes. Esto sería lo ideal en la vejez.
Si las cualidades físicas parecen iniciar un declive, ¿qué ocurre con la memoria, la creatividad o la inteligencia? ¿Qué pasa en realidad con este transcurrir inexorable desde la adultez hasta la ancianidad, depositaria de la ciencia trivial y de la sabiduría acumulada, a cuyos pies los jóvenes se sentaban para recibir consejo e instrucción? ¿Hasta qué punto se deteriora la mente y entra en una fase de declive? De hecho, la adultez tardía, pero sobre todo la vejez, constituye una época en que menguan algunos poderes cognoscitivos, aunque otros quizá no disminuyen prácticamente hasta la muerte. Los episodios de la historia de una vida, son un condimento imprescindible para darle sabor al reloj social, a la edad cronológica. Esto sí que tiene un valor a medio y largo plazo en la evolución  adulta: el trabajo, la pareja, el abandono del nido hogareño o la jubilación van marcando la transición real de nuestra vida, saltándose de forma imprevisible lo esperable en cada edad. Cambiamos mucho más, o mucho menos, que las horas que va marcando un reloj taciturno y no siempre fiable. Esta es nuestra suerte y nuestra miseria a la vez.
La sensación de soledad y de ruptura suele acrecentarse en la vejez. A medida que las personas se vuelven mayores tienden a retirarse gradualmente de la sociedad, dirigiéndose hacia una cierta ruptura. Un sentimiento de soledad las invade, y esto ocurre con más frecuencia en las mujeres que en los hombres. La calidad de vida puede ser insatisfactoria si la persona esta angustiada por el aislamiento social y la amargura. De ahí, la importancia de los procesos de reciclaje educativo y de ocio organizado para personas de la tercera edad.


Yuneiry Johanna Criado Ascanio


Proceso psicológico en la vejez

Hablemos de los cambios que suceden en el interior de cada persona al llegar a la vejez. Existen ciertos criterios que no son ajenos a nuestra realidad, evidentemente cuando se alcanzan cierta etapa de vida, aparecen rasgos en la personalidad que por ser común en los adultos mayores los advertimos como fenómenos característicos normales de esta etapa.

La depresión: es uno de los aspectos más frecuente en los adultos mayores, no es un fenómeno normal, pero tiende a afectar un gran porcentaje de los individuos que llegan la vejez, perjudicando no solo el estado anímico, sino también su salud física y social. En este conflicto interno participan varios factores. En primer lugar la desvinculación de la vida social juega un papel muy importante, puesto que  la sensación de la pérdida de status y la preocupación del yo, conllevan a un  alejamiento gradual de los roles sociales y a una decadencia en la autoestima, teniendo en cuenta que la sociedad deja de asignar roles de responsabilidad al anciano el distanciamiento se efectúa mutuamente. Por otra parte los ancianos se rehúsan a pedir ayuda en situaciones emocionales creyendo que ciertas sensaciones de incertidumbre son habituales para su edad, pero como decimos coloquialmente que el cuerpo grita lo que la boca calla,  tiende a ser  acompañado por diversos malestares físico como la pérdida del apetito, alteración del sueño, pérdida de peso y algunos otros disgustos corporales que son tratados por médicos generales o de la salud física, pero no se asegura un recuperación, ya que se origina de aspectos que necesitan ser tratadas por profesionales de salud mental. La pérdida de la memoria es fenómeno que puede afectar a gran escala la personalidad del adulto mayor, dado que, en ocasiones no poseen las herramientas de apoyo, tales como reforzadores sociales y refuerzos paliativos que le permitan la adaptación a nuevos hábitos y circunstancias que se le presentan como escollos es la vida.

La demencia: Esta se manifiesta cuando hay alteraciones en las funciones cerebrales y afecta de forma gradual las funciones cognitivas originando dificultad para el aprendizaje. Una de las preocupaciones más grandes de los individuos en la adultez es si al envejecer tendrá una perfecta lucidez mental. Este trastorno tampoco hace parte del proceso en la vejez, pero debido  daños y desordenes que superan los atribuibles al envejecimiento normal, toca generalmente a los individuos en esta etapa de desarrollo humano.
El inevitable paso del tiempo genera notables desajustes en la personalidad, lo que exige al individuo que envejece re significar su vida pasada,  fortaleciéndola con su presente y plantear aptitudes para su tiempo de vida, aprendiendo a disfrutar los satisfacciones que esta etapa brinda.

Evelyn  Pardo  Arcia



CONTEXTO PSICOLÓGICO: EL ENVEJECIMIENTO


Al ser nombrado el envejecimiento se nos viene a la cabeza muchos términos como enfermedad, cansancio, cabello canoso, arrugas, debilitamiento del cuerpo, sabiduría, experiencia, entre muchas otras. Pero si nos referimos al envejecimiento en un contexto psicológico, esto tiene un significado especial, vamos a referirnos específicamente a personas de la tercera edad, en donde el funcionamiento del organismo comienza a decaer y su vida social va cambiando paulatinamente, en este momento es donde la percepción de cada persona toma un nuevo rumbo y de allí la forma de ver y asimilar las cosas, una nueva forma de actuar. Pero esta “nueva forma de ser” ¿será positiva o negativa para la persona?, todo depende del autoestima y la fuerza mental que se tenga, puesto que al llegar al envejecimiento llegan las arrugas, la pérdida del cabello, la pérdida de peso, las continuas visitas al doctor, los malestares, cansancio físico, problemas auditivos y de visión, fallas en la memoria y de las funciones cognitivas, es decir, cambios fisonómicos, que traen consigo una alteración en el estilo de vida, la imagen personal, los hábitos, el comportamiento, para mucho estos cambios son negativos en donde a pesar de los mucho tratamientos que se aplican nada les funciona y ante la desesperación, la desesperanza y el bajo animo recaen en el aislamiento social, la amargura, ocasionando estados de depresión, que no son más que manifestaciones de impotencia al querer parar “el reloj natural”. Pero cuando alguien llega a la tercera edad con el autoestima fuerte y formada en valores de emprendimiento, la persona tomara estos cambios como algo normal, sin darles importancia seguirá con su vida, pero para esto no es suficiente solo la fuerza de la persona sino que requiere también del acompañamiento de la familia como sustento y apoyo en los momentos de crisis, porque no podemos decir que en la vejez todo será malo, pero si llegaran momentos en que se requiere estar con alguien que nos de su mano para seguir adelante y no dejarnos vencer por los nuevos retos que nos impone la vida.
ALEXIS EDUARDO VILLAMIZAR

Proceso social del Envejecimiento 


Una sociedad sin historia.
Para nadie es un secreto en la actualidad que existe una notoria discriminación social hacia las personas de la tercera edad. Dicha  discriminación es infundida desde la misma niñez, y es causada por la sociedad a través de diversas instituciones, siendo las principales la familia y el colegio. Como consecuencias de estos prejuicios, son apartados y excluidos los adultos mayores a hogares geriátricos, asilos, hogares de caridad, y los pocos casos que convivan con la familia, son apartados a la habitación más lejana, en donde no puedan molestar ni incomodar a nadie.  Es muy lamentable  la situación en la que vive gran parte de esta población causado por los prejuicios y mitos erróneos creados por la misma sociedad. Situaciones de rechazo,  hostilidad, exclusión son el pan de cada día en la vida de nuestros ancianos. Como es posible que en nuestra “sociedad moderna” que se mofa de los grandes avances económicos, políticos y tecnológicos, no tenga en cuenta su pasado y quiera sepultar nuestra historia. Para nadie es un secreto que el  ser humano empieza a declinarse sus capacidades a partir de una determinada edad,  este proceso de envejecimiento conlleva a cambios físicos como: perdida de la tersura y suavidad de la piel, perdida de la masa muscular, cambio del color del cabello, disminución de  la capacidad funcional de órganos y sentidos, entre otros. Todos estos cambios son concebidos como indeseables  por parte de la sociedad moderna,  siendo rechazados tanto el proceso de envejecimiento, como a las personas portadoras de él.  Esta hostilidad es originada por el temor, el temor de perder la vitalidad y la belleza juvenil, temor a perder la capacidad productiva que tanto demanda nuestra economía, temor de ser parte de la nada en una sociedad que le rinde culto a la productividad. Actualmente se evidencia este temor al envejecimiento en los excesivos productos, medicamentos y tratamientos que prometen desacelerar y revertir el proceso natural del envejecimiento. A partir de lo anterior surge una  interesante pregunta: ¿Este rechazo social al envejecimiento ha sido constante a lo largo de la  historia, y entre diferentes culturas?
La respuesta contundente es No. Existen diversas culturas que conciben de manera positiva el proceso de envejecimiento, en el estudio etnográfico  de Shakespeare en la selva, se evidencia una cultura dirigida por los ancianos, además de existir una admiración de los más jóvenes de aquellas sabias enseñanzas contadas por estas personas. Si se mira un poco hacia atrás, en la cultura hebrea se tenia por sabio al anciano, el cual dirigía todo el clan o la tribu. Sin ir tan atrás en el tiempo en nuestra historia Colombiana, nos encontramos con una estructura familiar compuesta por  tres generaciones que habitan en el mismo hogar. El rol dado al abuelo era  el de transmitir sabiduría a los miembros mas jóvenes, además del respeto y consideración que recibían por parte de los demás miembros de la familia. La relación de esta sociedad tradicionalista estaba cimentada sobre la siguiente frase “El futuro de los jóvenes está contenido en el pasado de los viejos y éstos son los modelos e ideales de aquellos”.  A partir  de la multiplicación de los diversos medios de comunicación, se ha podido masificar la información, permitiendo a las nuevas generaciones extraer de forma rápida y fácil información creada por su misma generación, rompiendo el vinculo que existía con los abuelos, y perdiendo así el lugar del adulto mayor en nuestra sociedad moderna.


Construyendo Vejez

En la sociedad actual, el concepto de vejez tiene una estrecha relación con el proceso de producción, el consumo de determinadas tendencias y por los ritmos vitales impuestos por la industrialización. Se evalúa a las personas por la utilidad que le aportan a  la economía y al sistema de producción, afectando con la definición Kantiana de dignidad humana, en la que  ser humano es un fin como tal, solo por el hecho de ser humano. Pero en esta situación el hombre pasa a formar parte de la mercancía que produce, ingresando al sistema de producción, que lo único que le interesa es producir mas rápido y en mayores cantidades a un menor precio. De la anterior situación, es notable que en el momento en que las personas llegan a una edad determinada que le impidan ser igual de productivas que en su juventud, serán retiradas, este retiro mas conocido como la jubilación. Con la jubilación, la sociedad productiva crea unos mitos que inciden en la manera de concebir al adulto mayor, ya no se piensa en esta edad como una etapa de sabiduría y estabilidad, si no mas bien como un declive, un declinamiento constante de las capacidades, por lo cual el anciano lo único que tiene que hacer es no estorbar a la gente productiva y dedicarse a esperar la muerte.
Por esta concepción de viejísimo, hemos abandonado a nuestros mayores, y hemos creído que gran parte de las “enfermedades” que sufren son normales, por lo que no se les presta  atención a síntomas que muchas veces pueden ser tratados y corregidos, mejorando así su calidad de vida. Tras este retiro forzoso,  la sociedad actual no ha creado una definición sociocultural del conjunto de actividades que serían específicas de los ancianos y en cuyo desempeño éstos podrían percibirse útiles y conseguir reconocimiento social. Si existieran estas definiciones de roles,  se podría reducir los concepto negativos de la tercera edad, además de influir en la percepción social de los ancianos y en su propia autoestima.  Ante la ausencia de estas definiciones, la falta de tareas especificadas culturalmente conlleva la dificultad de saber en qué concentrar los esfuerzos y en qué volcarse de modo de actualizar las propias potencialidades. Cada anciano debe buscar que hacer, debe crearse una rutina compuesta de tareas que pueden llegar a ser más o menos valiosas para él, pero sin tener ninguna garantía de que ellas serán reconocidas socialmente. Al no crear un rol para esta etapa, impide y dificulta al adulto dar un sentido pleno a la vida, ya que a través de toda su historia y en el desarrollo de cada etapa, tenia asignado por la sociedad un rol que debía cumplir y el cual le proporcionaba un sentido a la vida. Con la llegada de la vejez, se interrumpe  la continuidad de aquella construcción de futuro, origen de logros en cada etapa de la vida;   "un anciano es alguien despojado de un futuro construido por el mismo" (Coriat: 2001, 90).
La construcción social de objetivos para la vejez, permite reconocer a los mayores como personas importantes para nuestra sociedad, elevando su autoestima y su sentido de vida. Debe tener en cuenta que dichos objetivos deben ser diferentes a las demás etapas, ya que tienden a ser proyectos de plazos mas cortos y breves, los cuales les permitan alcanzarlos y vivir la satisfacción de sentirse estimado por la sociedad; recordemos que si su futuro no les pertenece, no son dueños tampoco de su presente.

Por los anteriores motivos se hace indispensable que la sociedad asigne nuevos roles a nuestros ancianos, y disponga de políticas publicas que incidan en esta transformación social y abra espacios de participación, pero mientras se creen dicha políticas, es necesario invitar a las familias e instituciones que tratan con los ancianos, de abrir espacios de participación al adulto mayor, en la que pueda asignarle un papel que le permita sentirse útil.


 Camilo Enrique Díazz

BIBLIOGRAFIA Y REFERENCIAS

Ballesteros, R.  MITACIONES Y POSIBILIDADES DE LA EDAD. Madrid: Universidad Autónoma de Madrid

Rodrigues, K (2010).  Vejez y envejecimiento. Bogota: Universidad del Rosario 

Scolich, N. Pensar La Vejez. Bogotá: Universidad Nacional de Rosario